Summary of Capítulo 52 from La Obesion del ceo por Maricel98
Capítulo 52 marks a crucial moment in Internet’s Internet novel, La Obesion del ceo por Maricel98. This chapter blends tension, emotion, and plot progression to deliver a memorable reading experience — one that keeps readers eagerly turning the page.
Fernando
El ambiente se está tornando muy tenso. Me encuentro en la Iglesia al lado de mi madre, Edward se encuentra en el carro al lado de Mariana quien debe esperar porque el novio es quien entra primero.
Decidí acabar con esta tortura y llamarlo porque no responde mis mensajes, pero las llamadas entran directamente al buzón.
-Aníbal ¿Dónde está tu hijo? -Le pregunta Edward acercándose
-Salió antes que nosotros -Responde él y Carla asiente con la cabeza.
-Fernando por favor ve a buscarlo -Me pide mi madre
Caminé entre la multitud de personas que invitaron mis padres y me percaté de que Tamara también se levantó de su asiento.
Cuando salí de la Iglesia me percaté de que mi hermana vestida de novia está entrando al lugar por lo cual la detuve.
-¡Mariana regresa al carro! -Le ordenó
-Yo sé que Diego no debe tardar y lo esperaré adentró.
-Por favor escucha a Fernando, Mariana.
-seguramente le ocurrió algo al carro yo lo esperaré adentró. -Sentencia y entra a la Iglesia.
Edward quien está saliendo no tiene opción y debe acompañarla al altar tomando su brazo.
Algo en mi interior me dice que ese infeliz la dejo plantada y si es así lo destruiré con mis propias manos nadie juega con mi hermana.
-Iré a su departamento. Tiene que estar en algún sitio.
-No sé cómo decirte esto, Fer.
-¿Qué sabes, Tamara?
-En la fiesta de Vladímir lo vi besándose con una mujer y subir a un cuarto del hotel. Yo creo que Diego tiene un amante Fer.
-Diego no tiene una amante sino miles
-Lo sé, pero está mujer es diferente. Yo pienso que huyo con ella y dejo a tú hermana plantada.
No tardamos más de diez minutos en llegar al departamento de Diego. Como el portero me conoce me permitió entrar.
Tamara y yo revisamos el sitio y nos percatamos de que el closet de Diego está vacío y falta una de sus maletas, pero lo que más llamo mi atención es una carta en su cama la cual se dirige a Mariana.
Sin dudarlo la abrí sin importarme invadir su privacidad.
Mariana lamento haber llegado a estas circunstancias, pero no encontré otro camino. No puedo casarme contigo porque no te amo, te quiero muchísimo, pero el amor se acabó hace mucho tiempo si es que algún día existió.
No me busques porque no me encontraras me iré muy lejos con la mujer de mi vida, lo siento, pero no puedo vivir sin ella. Dile a mi padre que yo me comunico y que lo siento, Diego
-¡Maldito infeliz!
-Calma, Fer. Yo sé que duele mucho, pero lo mejor es que tu hermana se liberó de Diego.
De camino a la Iglesia fue Tamara quien condujo porque yo me siento demasiado alterado. Muy pronto encontraré a ese desgraciado y lo acabaré con mis propias manos.
Al llegar al lugar me percaté de que Mariana se encuentra en el altar, acompañada de sus padres también los invitados siguen en el lugar.
No tuve opción y caminé hacia ellos, cuando Edward me lanzo una mirada yo negué con la cabeza y creo que él entendió.
-¿Dónde está Diego? ¿Tuvo un accidente Fer?.
Simplemente, le entregué la carta después de todo es su derecho el leerla.
-¿Dónde está mi hijo, Fernando?.
-Huyo el muy cobarde, tío.
-¡No pudo hacerme esto! -Exclama Mariana arrugando la carta y dejando caer todas sus lágrimas
-¡Contrólate! -Le exige mamá
-¡Esta boda no se llevará a cabo! ¡Espero sepan entender! -Edward se dirige a los invitados
Costo mucho trabajo convencer a Mariana de irnos a la casa porque ella deseaba esperar a Diego en el sitio.
Nunca he visto a mi hermana tan fuera de sí, no ha dejado de llorar en ningún momento.
Al llegar a nuestra casa ella furiosa arrojó el pastel de boda y todos los adornos del sitio. Edward y yo intentamos consolarla mientras se escuchan los gritos de mi mamá y mi tío en la sala pienso que la única que conserva la calma es mi abuela.
-Todo esto es tu culpa -Ella me lanza una mirada asesina
-No sé dé que hablas
-Nunca lo quisiste para mí seguramente algo le dijiste o le hiciste. ¡Te odio Fernando!.
-No digas tonterías tu hermano no hizo nada. Yo siempre te dije que ese hombre no era Bueno y ese capricho no te traería nada bueno.
-Ustedes dos deben estar felices con mi desgracia.
-No digas tonterías Mariana nosotros te amamos
-¡No es cierto! ¡Ninguno de ustedes me quiere ni siquiera a mamá le importó!. -Ella no deja de llorar incluso cuando su papá la abraza -Nadie es mejor que yo no pudo dejarme por otra
-Él no te merecía, princesa.
-Júrame que los destruirás a los dos. A Diego y la zorra que se interpuso entre nosotros.
-¡Mariana!
-Lo juro.
Papá acompañó a Mariana a su habitación y le entrego un calmante para que se relaje y logré conciliar el sueño.
Me uní a mis padres y mi tío en la discusión.
-Nunca te perdonaremos está humillación Aníbal
-Les repito que yo desconocía los planes de Diego
-¿Quién es esa mujer? -Pregunta mamá
-No lo sé, Olga.
-Hablaré con Ariel, pero no tengo idea. Nunca me imaginé que mi hijo sería capaz de hacer esto por una calentura.
-Por lo visto no es una calentura -Comenta Edward -Pero no me interesa esa mujer, sino mi hija, se acabó está maldita sociedad Aníbal. Dividiré la empresa.
-No puedes hablar en serio Edu, son cosas de muchachos.
-No quiero saber nada de ningún Valencia a excepción de mi hijo, Fernando y es mi última palabra -Es todo lo que dice antes de alejarse
-Fer habla con tu padre
-Tío en este momento la empresa es lo último que me interesa. Cuando Diego te llamé dile que lo buscaré hasta debajo de las piedras.
-Yo me encargaré
-No pierdan el tiempo Belinda se fue porque quiso. -Comenta la señora Matilde sin siquiera bajar las escaleras. -No sé quién de ustedes cuidara al niño, pero no seré yo.
-¡Maldita vieja! -Murmura Wendy para sí misma y yo le lancé una mirada porque Aarón está acá.
-¿Mami no volverá? -Inquiere el niño con una profunda tristeza en su mirada. Siento que el corazón se me estruja al verlo de esa forma.
-Tranquilo enano muy pronto verás a Graciela
-La bruja no, Bell es mami.
Cuando él formuló esas palabras y Wendy asintió sentí que mi mundo se cayó en mil pedazos.
Esto no puede ser real, Aarón no puede ser hijo de Belinda porque eso significaría que… ¡No eso no es posible!.
-Claro, amor, Belly, te quiere como si fuera tu mami del corazón, pero ella es tu prima. Eres hijo de su tío.
-No entiendes nada, Fer, Bell es mi mami de verdad.- Afirma
-¿Y tu papi?-Me atrevo a preguntar
-No sé, no tengo.- Niega con la cabeza dudoso.
-Pequeño ve por tus juguetes, irás unos días a dormir conmigo.- Le indica Wendy acariciando su cabello
-¿Puede ir Goku, tía?- Pregunta haciendo un puchero
-Por supuesto, amor.- Ella asiente
Él asiente y se aleja subiendo las escaleras y en ese momento le lance una mirada a Wendy, pero ella únicamente rodea los ojos.
-No entiendo por qué tu sorpresa, Fernando.
-¿Cómo que no entiendes? Por favor dime que el niño está confundido.
-Aarón, es hijo de Belinda, ella sé lo confeso hace algún tiempo.
-¡No-No es posible…!-No logró formular una frase coherente
-Ya me harté de tantas mentiras. A los dieciséis años Belinda descubrió que estaba embarazada. Su abuela le planteo dos opciones, el aborto o la adopción, ella optó por la segunda y le entrego al niño a su tío para mantenerlo cerca de ella.
-No lo puedo creer ¿Quién es su…?- Inqueri, por supuesto sabía que era yo, pero necesitaba que me lo confirmen.
-Su padre, un idiota que la engañó. Te resulta conocida la frase “Apuesto la virginidad”.- Exclama molesta- Sé que nunca te importaron Belinda ni el niño, pero ahora te necesitan, Diego es muy peligroso para ellos.
-¿Cómo que no me importaron? Yo no sabía nada- Le aseguro
-Ahora eres amnésico, Fernando. Ella te escribió y tú negaste que era tuyo y le exigiste que aborte, como ves no lo hizo. No tienes una idea lo que ha pasado mi amiga por tu culpa.
-Yo no escribí nada- Afirme, pero es evidente que ella no me cree y Belinda mucho menos.
-Eso díselo a ella. Tienen mucho de que hablar.
Fuimos interrumpidos cuando mi hijo se acercó con el cachorro en brazos y una mochila color roja.
-¿Por qué lloras, Fer?.
-Porque soy un idiota -Lo cargue entre mis brazos y deje un beso en su mejilla -Te amo mucho
-También te amo, pero no seas llorón.
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