Capítulo 160
“Pues, si todo sale bien, hoy mismo podríamos firmar el contrato”, agregó Cintia, “antes de que nos lo quiten, mejor amarramos todo. Ya con el plan en mano, La dónde más va a ir? Después solo le das un extra por el proyecto, un poco de cariño y listo.”
Rufino la miró fijamente, como si le costara decidirse, pero finalmente asintió:
*Claro que sí. Si usted quiere algo, aunque sea la luna, yo se la bajaría, ¿no es así?”
Cintia soltó una carcajada: “Ay, Rufino, tú si sabes hablar. Si Dorian fuera la mitad de dulce que tú, no estaria tan. preocupada todo el tiempo.”
El solo sonrio, sin añadir más.
Esa misma tarde, firmó el contrato en la oficina de Cintia.
De hecho, el contrato principal ya se había firmado cuando Dorian aprobó el diseño del proyecto. Aunque Dorian tenía el control total, para evitar conflictos directos con Eduardo y Cintia, por el momento era él quien se encargaba oficialmente. Asi que habian preparado un contrato secundario para firmarlo con ellos, que especificaba que en caso de controversia, se tomaría como referencia el contrato principal.
Como se trataba de un conocido, Cintia no revisó el contrato con detalle, asumiendo que sería igual al acuerdo inicial, así que firmó rápidamente.
Al salir de la oficina de Cintia con el contrato en mano, Rufino hizo sonar el papel entre sus dedos.
“El último que despreció a nuestro diseñador ya ni se le ve el rastro y ahora vienes tú, buscando… Bueno…”
Rufino se rio para si mismo, sin saber si calificar a Cintia de escurridiza o simplemente de débil. De uno en uno, terminaban dándole de su propia medicina.
todos
Anteriormente con Dorian, no habia mencionado a la diseñadora sin querer, no había sido a propósito, pero ahora hubo intención en sus palabras.
Antes, Rufino no tenía una opinión formada sobre Cintia, incluso respetaba que era la madre de Dorian, pero su actitud de “yo sé”, “yo entiendo”, “ustedes son una pequeña empresa que puede poner a cualquiera como director no le gustaba nada.
Rufino estaba seguro de que el papà de Dorion, Eduardo, debía pensar más o menos lo mismo, aunque quizá lo expresara de manera más reservada que su esposa. De lo contrario, Cintia no tendría la confianza suficiente para menospreciar a Amelia.
“¿Has visto como se llevan tus padres con Amelia?”, preguntó Rufino, cambiando el tema de manera abrupta.
Dorian se detuvo en seco y levantó la mirada hacia Rufino.
Su amigo le sonrió con complicidad: “Con todo el jaleo que tienes en el trabajo, supongo que no te habrás dado
cuenta.”
“¿Cintia fue hoy a tu oficina?” Él hizo la conexión rápidamente y funció el ceño al preguntar.
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