Capítulo 214
Amelia se quedó mirando fijamente a Dorian en la pantalla de seguridad, sus labios apenas curvados, sin decir palabra. Serena, al ver a su madre ensimismada con su celular, no pudo evitar la curiosidad y estiró su cuello para echar un
Vistazo.
Amelia, preocupada de que la mirada fría de Dorian en la pantalla asustara a la niña, bajó el celular.
No quería que se hiciera una mala imagen de Dorian.
Serena no vio nada, pero no se sintió decepcionada, simplemente dejó su mirada pasar por encima del celular que Amelia presionaba contra su pecho y se perdió en la multitud, hasta que vio a Rafael entre la gente.
“Señor.”
Ella lo llamó
El corazón de Amelia dio un vuelco al escucharla y sin pensar, levantó la vista y vio a Rafael entrando con la multitud; solo entonces su corazón acelerado comenzó a calmarse.
Rafael también la vio, le sonrió como saludo y su mirada se desvió hacia Serena, que seguía esperando su atención, y la saludó también.
La niña respondió de forma educada: “Hola, señor.”
Amelia forzó una sonrisa: “Qué coincidencia.”
Frida, sentada cerca de la ventana, intervino con incomodidad: “Eh, Rafael me había preguntado en qué vuelo estábamos.”
Rafael continuó la conversación: “Compré un boleto para este vuelo a propósito.”
Por un momento, Amelia no supo qué decir, apenas esbozó una sonrisa antes de volver a ser seria.
El hombre no pareció notarlo.
“Ya me voy.” Dijo él.
Amelia asintió levemente: “Está bien.”
Volvió su atención al celular que aún presionaba contra su pecho, su mano titubeante, pensando en apagarlo, pero cuando su dedo iba a tocar el botón de apagado, dudó y se detuvo.
Levantó de nuevo el celular.
En la pantalla, Dorian seguia mirando fijamente la cámara con una expresión tensa y fría, su mano no dejaba de golpear la puerta.
Como si no fuera a parar hasta que ella respondiera.
Finalmente, con los labios tensos, decidió devolverle la llamada.
Antes de que el primer tono terminara, la llamada fue respondida.
“¿Dónde estás?”
Un saludo frío y brusco, sin preliminares.
“Estoy afuera.” Dijo ella en voz baja, “¿Necesitas algo?”
¿Dónde?”
La misma pregunta fría y concisa.
Amelia apretó los labios, su voz aún más baja: “En el aeropuerto.”
Dorian inquirió: “¿Qué aeropuerto?”
Ella respondió. Ei aeropuerto de Arbolada.”
Capitulo 214
Él Interrogó: “¿Qué haces en el aeropuerto?”
Ella respondió casualmente: “La presión ha sido mucha últimamente, quería salir y despejarme.”
Dorian continuó: “¿Vas sola?”
Amelia dudó: “No.”
El siguió con el interrogatorio: “¿Quién más está contigo?”
ན ཡ ༤
La voz de Amelia se hizo más baja y sus labios se apretaron aún más: “Rafael está aquí también.”
Hubo un silencio en la línea.
Justo cuando Amelia pensó que Dorian colgaria, el habló con calma: “Enciende el video.”
“Está bien.” Respondió ella, suave y vacilante.
Amelia se desabrochó el cinturón de seguridad, se puso de pie y avanzó unos pasos hacia la parte trasera del avión, cambiando la llamada a video.
El rostro apuesto de Dorian apareció en la pantalla, su expresión mucho más tranquila.
“Si hubiera querido reconciliarnos, no nos hubiéramos divorciado desde un principio.”
Dijo Amelia, su voz era suave y se recostó en el asiento con cansancio.
Serena, siempre sensible, no pudo evitar tomar su mano y preocupada le llamó: “¿Mama?”
Amelia la miró, sus ojos estaban ligeramente húmedos.
Pero aún así, le sonrió tranquilizadora: “Estoy bien.”
Luego se inclinó para abrazaria suavemente.
Dorian condujo de regreso a casa, a toda velocidad.
La ira chocaba constantemente en su pecho y el dolor era tan intenso que parecía que su respiración se detendría.
Su mente, normalmente lúcida, se sumió en un entumecimiento confuso, lleno de imágenes de Rafael de pie detrás de Amelia y su silencio cuando él le preguntó si estaban juntos.
Las imágenes desordenadas nublaban su juicio y en su confusión, solo el dolor en su pecho era claro.
El acelerador, presionado sin control, era como el torrente de emociones en su pecho, sin encontrar salida.
En la locura de la velocidad, Dorian fue detenido por un policía de tránsito.
Bajo la ventanilla según la indicación del oficial.
El rostro del policia, enrojecido por el sol ardiente, apareció ante él y la mente de Dorian finalmente comenzó a aclararse un poco.
“Lo siento, Dijo con voz baja.
“¿Estás bien?” pregunto el policia, notando algo extraño en su actitud, pero aun así le pasó el aparato para medirle el alcohol.
No había señales de alcohol ni otras sustancias, todo estaba normal.
El policia también se relajo y mientras escribia la multa, le dijo: “Amigo, no hay mal que por bien no venga. Tienes que ver las cosas con perspectiva. Y maneja con cuidado, no tan rápido, es muy peligroso.”
Dorian asintió agradecido: “Gracias.”
Tomo la multa que el policia le extendia.
Era la primera multa de su vida.
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