Capítulo 46
Amelia regresó a su habitación y de inmediato le mandó una foto del contrato a Frida por WhatsApp.
Su amiga ya se había acostado y no fue sino hasta despertarse al día siguiente que vio el mensaje de Amella. Todavía medio adormilada, se sorprendió tanto al ver el contrato que se sentó de un brinco en la cama y revisó el documento dos veces, para asegurarse de que era la letra de Dorian. Una vez convencida, le respondió a Amelia emocionada: “Ay, mi vida, ¿cómo hiciste para convencer a Dorian en una sola noche? ¿Cómo le hiciste si siempre decías que era duro de pelar y nunca hacía excepciones?”
Amella leyó el mensaje de Frida mientras iba en el auto con Dorian, quien la llevaba a la universidad.
No pudo evitar girarse para mirarlo. El Dorian que ella conocía era de principios férreos y jamás hacia excepciones, así que durante su matrimonio nunca le había pedido ningún favor.
La actitud de Dorian la noche anterior la habia tomado por sorpresa. Ella solo había intentado preguntar, sin esperar que él accediera tan rápidamente y mucho menos que cerrara el trato al instante.
Dorian, notando su mirada, le echó un vistazo: “¿Qué pasa?”
Ella negó con la cabeza: “Nada, solo vi un mensaje de Frida. Está muy agradecida y me pidió que te diera las gracias de
su parte.”
Él replicó: “No hay por qué darlas, no lo hice por mirar su cara bonita.”
El corazón de Amelia se saltó un latido al escuchar eso.
Miró hacia otro lado, aun sosteniendo su teléfono con suavidad.
“Recuerdo que antes nunca hacías excepciones.” Dijo en voz baja.
“¿Así que nunca antes viniste a mi, cierto? Dorian dijo mientras miraba el semáforo que cambiaba de verde a rojo y presionaba lentamente el freno hasta que el auto se detuvo con suavidad antes de la linea de parada. Solo entonces se volteó hacia ella. “¿Por qué nunca pensaste en venir a mi si necesitabas algo?”
“Supongo que no quería ponerte en una situación difícil.” Respondió ella en voz baja, sin mirarlo.
Dorian preguntó: “¿No querías ponerme en una situación difícil o no querías deberme un favor?”
Amelia se quedó pensativa, mirándolo.
Él también la miraba.
En realidad nunca había pensado en ello seriamente. Solo quería evitar romper los principios de Dorian, sabiendo que pedirle algo podría resultar incómodo tanto si accedía como si no.
“No había pensado en eso.” Ella admitió honestamente. “Pero no quería complicarte las cosas.”
La respuesta de Amelia pareció aliviar un poco a Dorian.
Cuando el semáforo cambió a verde, arrancó el coche.
“Amelia, la verdad es que nunca me ha molestad
que me pidieras favores.” Dijo Dorian en voz baja mientras el auto
avanzaba. “A veces, incluso deseo que vengas a mi con tus problemas.”
Ella lo miró sorprendida.
Él no la miraba, solo se concentraba en conducir.
Amelia no dijo nada más, pero sus palabras habían tocado algo en su interior.
Ambos miraron preocupados hacia la chica que, con las manos en el capo del auto, parecía asustada. Amelia se apresuro a desabrocharse el cinturón y bajo del auto: “Disculpa, ¿estás bien?”
Dorian también se desabrochó el cinturón y salió del auto.
“Lo siento mucho, ¿estás bien?” Amelia se acercó rápidamente a la chica, pidiendo disculpas con urgencia.
La chica, aún sacudida por el susto, negó con la cabeza. Su cabello largo y suelto estaba desordenado, cubriendole el
rostro.
Amelia se acercó para ayudarla: “¿Estás bien?”
De repente, la chica se soltó de su mano, pasó la palma por su cabello y levantó la cabeza enojada: “¿Cómo manejan? ¿No vieron que había una persona? Casi me atropellan, ¿se dan cuenta?”
El rostro de la chica se reveló a medida que alzaba la cabeza.
Amelia se quedó paralizada: era Fabiana, la chica a la que Rufino habia llamado “Amandita” el dia anterior.
Instintivamente, miró hacia Dorian.
Dorian también pareció sorprenderse y su mirada se desvió hacia la muñeca que Fabiana apoyaba en su cabeza.
Amelia también miró instintivamente la muñeca de la chica y vio la pulsera de angel de esmeralda, con un toque antiquo. Se quedó pasmada.
Donan se volvió a ver a Amelia, notando su asombro y en sus ojos oscuros, normalmente tranquilos, se levantó una tempestad.
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