Capítulo 78
Dorian llegó al hospital media hora después de recibir la noticia, a pesar de haber conducido casi al límite de velocidad para llegar La distancia y los semáforos en rojo habían retrasado su urgencia.
Apenas estacionó su coche en la entrada del hospital, se apresuró a salir y caminar rápidamente hacia el lobby de
urgencias
“Disculpa, ¿cómo llego al centro de maternidad?”, preguntó al pasar por la mesa de información.
“En el S**to piso, sale del ascensor, gira a la derecha y sigue las señales con flechas”, respondió la enfermera amablemente, señalando hacia las escaleras mecánicas.
“Gracias”, respondió Dorian y sin perder tiempo tomó las escaleras mecánicas, subiendo dos escalones a la vez hasta llegar al S**to piso. Siguiendo las señales, localizó rápidamente el centro de maternidad.
Era por la tarde y el lugar estaba lleno, con gente esperando en la mesa de información, en las sillas de la sala de espera, haciendo fila para medir su presión arterial y su peso, o esperando su turno para el monitoreo fetal. Tanto
familiares como las futuras madres llenaban la sala.
Dorian escaneó las caras de expectación, emoción y fatiga, pero no encontró a Amelia entre ellas.
Se acercó a la mesa de información y preguntó a la enfermera: “Hola, ¿ha venido una mujer embarazada llamada Amelia?”
Mientras hablaba, escribió el nombre de Amelia en un papel, sacando también su teléfono para mostrar una foto de su boda con Amelia, señalando a la imagen y preguntando: “¿Ella está aquí?”
La enfermera miró la foto y señaló hacia la sala de operaciones de maternidad: “Está adentro, ya lleva un rato allí.”
El rostro de Dorian se tensó al girarse hacia la sala de operaciones.
Las puertas estaban cerradas y la luz brillaba intensamente desde adentro, con las palabras “En cirugía” resaltadas en rojo, casi hiriendo la vista.
Dorian contempló la puerta cerrada, su mano colgando a su lado, las venas palpitando, la manzana de Adán moviéndose con fuerza en su garganta, su expresión tensa y sus ojos oscuros fijos en la puerta.
La enfermera, preocupada por su estado, habló: “Señor, ¿está todo bien?”
camilla.
La enfermera lo miró sorprendida y preguntó: “¿Quién es usted?”
La mirada de la enfermera se trasladó a Amelia en busca de una respuesta.
Ella mantuvo su expresión serena, sin mirar a la enfermera ni a Dorian.
El finalmente habló: “Soy el padre del bebé”
Su voz era lenta y ronca, como si estuviera desgastada por el viento y las piedras, áspera de una manera que no
parecia real.
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