Capítulo 212
Ese día no fue un dia de soledad, sino de rabin.
Abel suspiró y se acercó.
“No te tomes tan a pecho lo de la Señorita Carol. Que te rechace hoy es normal, dale tiempo para que se calme y todo mejorari“, le aconsejó.
“¿Que se calme? ¿Cuándo no me ha rechazado? Cuando alguien te detesta de corazón, le es fácil arremeter contra ti por cualquier cosa.”
Abel se quedó sin palabras ante tal resentimiento.
*Entiendo que te sientas mal, ni tu ni la Señorita Carol tienen la culpa aquí, los equivocados son Margarita y Octavio. ¡No puedo creer lo que se atrevieron a hacer!”
Al mencionar a su tia y a su tio politico, Aspen le dio una calada furiosa a su cigarrillo, con una mirada tempestuosa.
“¡Llévense a Octavio al circuito de carreras!”
Octavio, el esposo de Margarita y padre biológico de Blaze.
Pronto, en el circuito de carreras propiedad de Aspen, se escucharon gritos desgarradores.
Octavio corria por la pista como loco, mirando hacia atrás, gritando desesperado: “Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio!”
Detrás de él, un coche de carreras se acercaba a toda velocidad, llegando a su lado en un abrir y cerrar de ojos.
Octavio cayó al suelo, aterrado y gritando: “Ahhh!”
Margarita, desde las gradas, observaba todo con sus propios ojos.
“¡Aspen, bestia! ¡El es tu tio! ¡Si te atreves a matarlo, no te lo perdonará jamás! ¡Ahora mismo te mataré! ¡Te voy a matar!”
Intentó avanzar, pero dos guardias de seguridad la sujetaron firmemente por los hombros.
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Aspen, sentado en el asiento del conductor, tenia una expresión fría y siniestra.
El coche pasó rozando a Octavio sin golpearlo.
Octavio se levantó rápidamente y volvió a correr.
Aspen hizo una maniobra elegante, giró el volante con fuerza y se dirigió de nuevo hacia Octavio.
El coche pasó a menos de un centímetro de él y se desvió a un lado.
Esta vez, la carroceria tumbó a Octavio.
Estaba en el suelo, con su cara desgarrada por el asfalto.
Octavio, dolorido, se levantó tambaleándose justo cuando Aspen volvía a la carga…
Cada minuto, cada segundo em una tensión y peligro extremos.
Hasta que estuvieron a punto de “jugar” hasta la muerte, y solo entonces, cuando la furia de Aspen se disipó lo suficiente,
se detuvo
Octavio estaba tan asustado que se habla orinado los pantalones varias veces.
Margarita comió hacia él, llorando, ya sin rastro de su compostura de dama, parecía más bien una vulgar desesperada.
Aspen se bajó del coche, se quitó el casco y los miró desde arriba,
“Les advierto por última vez, si se atreven a atentar contra Carol otra vez, algo como lo de hoy les sucederá a diario. ¡No me provoquen!”
Tras decir esto, miró a Abel, quien estaba grabando todo con su móvil, le pidió el teléfono y envió el video directamente al grupo familiar de los Bello.
Sin decir una palabra más, guardó el móvil y se marchó.
En el chat familiar de los Bello, reinaba el silencio.
Todos en la familia Bello, de arriba abajo, estaban temblando de miedo.
Todos vieron el video, pero nadie se atrevió a decir nada.
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