Capítulo 336 Decisión decisiva
Frente a la postura alta y poderosa de Sonya, Roxanne aceptó que no había forma de revertir el prejuicio de la primera en su contra. Además, no sería necesario, ya que ya no estarían relacionados de ninguna manera.
Sosteniendo ese pensamiento, Roxanne se calmó gradualmente y respondió en un tono desprovisto de emoción: “Sra. Adiós, no te preocupes. No todo el mundo está interesado en su hijo. Por lo menos, no lo soy. Nuestra interacción se basa únicamente en la cuenta de Essie. Ahora que ha dejado en claro su posición, tendré un cuidado especial para mantener mi distancia con el Sr. Farwell.
En cuanto a la herida de Aubree, ella no sabía cómo probar su inocencia y no planeaba sacar el tema también.
Habiendo escuchado las palabras de Roxanne, Sonya escudriñó a la primera, como para ver si estaba diciendo la verdad.
Momentos después, ella frunció los labios con frialdad. “Bueno. Será mejor que recuerdes lo que dijiste hoy.
Roxanne asintió levemente. “Si no hay nada más, me voy ahora para volver con mis hijos. De todos modos, esa taza de café corre por mi cuenta.
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Con eso, Roxanne se levantó para irse antes de que Sonya pudiera responder.
Tan pronto como se puso de pie, vio a Lucian parado afuera.
Ella no sabía cuándo había llegado y tampoco tenía idea de por qué. Todo lo que podía ver era la expresión grave en su rostro.
En el momento en que sus ojos se encontraron, Roxanne sintió una opresión en su corazón. Evitando sus ojos, rápidamente suprimió la inquietud que sentía antes de regresar su mirada para encontrarse con la de él. Sólo entonces lo saludó en un tono distante. “Señor. Adiós.
Con un ligero surco de cejas, Lucian miró fijamente a Roxanne, que tenía una mirada apática en su rostro.
A primera hora de la mañana había recibido noticias de su subordinado sobre la reunión de su madre con Roxanne en un café.
En el momento en que pasó junto a Lucian, sintió que una gran mano agarraba su muñeca.
Roxanne, frunciendo el ceño intensamente, bajó la voz y advirtió: “¡Suéltame!”
Con el ceño fruncido, Lucian la miró mientras exudaba un aura intimidante.
Roxanne, con los dientes apretados, se dio la vuelta para mirarlo.
En el instante en que cruzaron miradas, Lucian apretó su agarre momentáneamente antes de aflojarlo lentamente hasta que su delgada muñeca finalmente se soltó.
La determinación en sus ojos le dijo que todo lo que tenía que decir era inútil.
Después de recuperar la mirada, Roxanne caminó hacia el cajero para pagar la cuenta antes de irse sin siquiera mirar atrás.
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