livia estaba preocupada y se maquilló rápidamente. Se bronceó la piel y se dibujó algunas pecas en las mejillas.
Es posible que alguien cercano a ella no pueda reconocerlo.
Lentamente, se bajó la manta para revelar su rostro. “Señora, ¿pasa algo? Me siento mareado, lo siento”.
“Estamos tratando de atrapar a un grupo de narcotraficantes. Por favor sea cooperativo. Será un interrogatorio sencillo”.
La oficial sacó su libro y preguntó: “¿Cómo te llamas? ¿De qué trabajas? ¿Adónde vas? ¿Cuántas personas hay a bordo?
Olivia logró responder esas preguntas con calma.
Cuando la oficial iba a salir de la cabina, de repente pensó en algo y sacó un paquete de medicamentos de su bolsillo.
“Por casualidad traje algunos medicamentos para el mareo. Es eficaz”.
“Gracias.” Olivia se acercó a él.
La oficial miró el hermoso brazo de Olivia, alarmando a Olivia.
Había una gran diferencia en el color de la piel entre su cara y su brazo.
Afortunadamente, la mujer oficial no dijo nada.
Metió el libro en el bolso y se levantó. “Que te mejores pronto.”
Cuando la oficial se fue, la espalda de Olivia ya estaba empapada de sudor.
Los oficiales descendieron del barco.
Olivia y Colin, que se habían maquillado, se sonrieron el uno al otro.
Dijo: “Estamos bien ahora. Pasará un poco más de tiempo antes de que podamos continuar nuestro viaje”.
“Bueno.”
La noche se estaba volviendo más oscura y la lluvia no parecía ceder pronto.
Las gotas de lluvia golpeaban contra la ventana, dibujando líneas sobre líneas.
Después de ducharse, Olivia se puso un camisón blanco y se recostó contra la cabecera.
Snowball dormía en sus brazos.
Sólo entonces pudo leer el libro. Casi había terminado la mitad de la historia cuando se dio cuenta de que el barco no había iniciado el viaje.
Observó afuera a través de la ventana. Había rayos de luz sobre el mar negro.
Al bostezar, sintió sueño. Cuando iba a cerrar el libro para dormir un poco, resonó el zumbido de una hélice.
Era como si estuvieran rodeados de leones.
Iluminados por múltiples lámparas, no tenían otro lugar adonde ir.
Las majestuosas olas rugían junto con el fuerte viento.
“Lo siento, Olivia. Parece que estamos engañados”. Colin la miró disculpándose, pero su voz era suave.
Miró fijamente el acorazado, que avanzaba en su dirección.
El tamaño de su barco y del acorazado era el de una tortuga pequeña y una adulta.
Ethan estaba de pie en la proa con su abrigo ondeando contra el viento. Brent le sostenía un paraguas detrás de él.
Al igual que el general de la Armada, se sostuvo de las barandillas mientras las miraba desde una mayor altura.
Él dijo algo y ella supo lo que era.
“Liv, no puedes huir de mí”.
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