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Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) novela completa novel Chapter 249

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Capítulo 249 – Highlight Chapter from Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) novela completa

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Capítulo 249

Marta estona al margen, observando cómo Serena corría de repente hacia la calle sin importarle nada, se puso pálida de miedo. Rápidamente, corrió detrás de ella, gritando mientras corría: “Serena, detente!”

Pero la siempre obediente Serena parecia no escuchar y corría con más fuerza

Jirsto cuando Dorian bajaba del carro, hizo una señal a Marta, que se acercaba para abrazar a Serena, para que se detuviera. Se adelantó al frente del vehículo y justo cuando Serena se lanzaba hacia él, se agachó y extendió los brazos para atraparla

Serena se lanzó de lleno al abrazo de Dorian, aferrándose con sus pequeños brazos alrededor del cuello de él y llamándolo señor bonito con gran emoción.

La emoción de la niña contagió a Dorian, quien la levantó en brazos y luego le preguntó: “¿Serena, saliste a jugar hoy con tu tía?

La niña asintió seriamente. “Si.”

¿Y qué jugaron? Preguntó Dorian, con una voz que se suavizó sin querer.

Ella señaló hacia el tobogán y le explicó con seriedad: El tobogán. Y…”

Girando hacia el otro lado, dijo: “El carrusel.”

Dorian también miró hacia el carrusel y le preguntó: “¿Te divertiste?”

“Mucho”

Después de responder con su vocecita infantil, Serena se volvió hacia Dorian con una mirada de confusión y le pregunto: Señor bonito, a dónde fuiste?”

Dorian supuso que ella estaba preguntando a dónde había ido esos días y se sorprendió que ella se acordara de él. Después de la sorpresa, sintió un dulce toque de emoción y respondió con una voz aún más suave: “Fui

a casa.”

Serena, sin entender mucho, asintió y luego, con gran curiosidad y ojos bien abiertos, lo miró confundida y preguntó “¿Y donde está la casa del señor bonito?”

Era difícil responder a esa pregunta, ya que una dirección específica no tendría sentido para una niña tan pequeña.

Así que Dorian le dio una respuesta muy vaga “Está en un lugar muy, muy lejano.”

Serena no comprendió cuán lejos era muy lejano, solo preguntó confundida:

“Entonces yo puedo ir a jugar a la casa del señor bonito?”

“Claro que sí, dijo Dorian con una sonrisa, pero solo si tu mamá y papá lo permiten.

Serena no entendía bien lo que significaba “papa”, pero si entendió “mama”, y sus ojitos se iluminaron de inmediato: “Mamá dice que sí.

Él no pudo evitar reír: “¿Y cómo sabes que tu mamá está de acuerdo si no le has preguntado?”

La niña asintió muy seria: “Cuando jugamos a las maquinitas, mamá no se enojó.”

Dorian se sorprendió por su capacidad de asociar ideas y dijo con una sonrisa: “¿Ah, si?”

Lo que había sido un comentario al pasar, la pequeña lo tomó muy en serio.

Pensando que Dorian no le creía, se apresuró a demostrarle que era verdad: “De verdad. Si no, llamo a mamá,”

Pero recordo que la niña no era suya y no dejó que sus emociones se llevaran su juicio, así que mientras le daba palmaditas en la espalda, la consoló con suavidad:

“Mira, tengo que trabajar hoy, pero ¿qué te parece si en unos días, cuando esté libre, te llevo a Serena a pasear? ¿Te parece bien?”

Serena se mostró un poco decepcionada, pero aun así asintió con la cabeza: “Está bien.”

“¿Y qué tal si por ahora vuelves con tu tía? ¿Te parece?”

Dorian pregunto, con la intención de dejarla con Marta.

Serena, siempre obediente, volvió a asentir, pero cuando realmente la pasaron a los brazos de Marta, no pudo evitar que sus ojos se enrojecieran y las lágrimas empezaran a acumularse en sus ojos.

Dorian hizo como que no veia, se dirigió a su coche y al abrir la puerta, no pudo resistirse y lanzó una última mirada hacia la niña.

La pequeña tenía los ojos llenos de lagrimas que luchaba por no dejar caer y su boquita estaba puchereando, lucía tan triste y tan adorable que a Dorian se le partia el corazón.

Sentia como si algo pesado golpeara su pecho.

Cerró la puerta del coche que ya habia abierto.

Antes de que la razón tomara control de su mente, se encaminó de nuevo hacia Serena.

Los ojos de la niña se iluminaron con una alegría visible y una incredulidad palpable.

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