Capítulo 407
El hospital estaba a menos de 5 minutos de la empresa.
Eduardo sufrió de un derrame cerebral en la oficina. Fue llevado de emergencia al hospital más cercano por una ambulancia,
Dorian ni siquiera tuvo tiempo de ir por su propio coche; tan pronto salió del hospital, se apresuro a detener un taxi en la calle.
“Para el Grupo Esencia, por favor.”
El taxista lo miró extrañado y dijo: “Pero si está a la vuelta, nomás camina un poco y ya llegaste.”
“Solo maneja, por favor.” Dorian sacó un billete de diez dólares de su cartera. “Y rápido, por favor.”
En menos de dos minutos, el taxista dejó a Dorian en la entrada del Grupo Esencia
Le entregó el billete al conductor y dijo: “Quédate el cambio.”
Y sin perder un segundo, salió del taxi y corrió hacia el vestibulo del edificio.
El personal de recepción y los guardias de seguridad se quedaron sorprendidos al ver a Dorian pasar a toda prisa, antes de que pudieran saludar, él ya habia desaparecido.
Subió directamente al piso 17 con su tarjeta de acceso
Al abrirse la puerta del ascensor, se encontró con un grupo de personas discutiendo acaloradamente.
Fabio estaba siendo retenido por Rufino, luchando por zafarse mientras gritaba a su hermana: “Soy tu hermano mayor
y hoy te voy a enseñar la lección que mereces por insolente! Siempre te hemos consentido demasiado.” Después de gritarle a Amelia, que todavia estaba aturdida, siendo sostenida por Rafael, intento acercarse, pero antes de que pudiera dar un paso, alguien le agarró el cuello de la camisa con fuerza, apretandole la garganta.
Cuando se giró instintivamente y vio a Dorian sujetándolo, su expresión cambio.
“¿Cuñado?“, preguntó con incertidumbre.
Dorian lo miró friamente: “¿Y tú quién te crees? ¡Ni siquiera un padre tiene derecho a golpear asi!”
Al terminar la frase, lanzó a Fabio a un lado y se dirigió hacia Amelia,
Ella todavia sentia un zumbido en la cabeza después del golpe de Fabio y estaba tratando de recuperarse cuando escuchó la voz familiar de Dorian. Lo miró mientras se acercaba y se quedó paralizada.
Dorian no esperó a llegar a su lado para tomarla de la mano. Observó su mejilla enrojecida e hinchada, luego la miró a los ojos y preguntó con voz ronca: “¿Te lastimó en algún otro lugar?”
Ella negó con la cabeza instintivamente.
Dorian suspiró aliviado y protegiéndola, volvió su atención a Fabio, que aún estaba confundido tras ser empujado contra la pared. Sacó su teléfono móvil y marcó el 911: “Hola, estoy en el Grupo Esencia, piso 17. Quiero denunciar una agresión, alguien está causando problemas a propósito y ha herido a una persona intencionalmente.”
Fabio, aún desorientado por el golpe, se asustó al ver a Dorian llamando a la policía y se acercó intentando detenerlo: “No, ¿para qué llamas a la policia? Es solo que mi hermana no me escucha, perdi la cabeza, pero no fue a propósito.” Dorian lo ignoró y dio la dirección exacta antes de colgar
Fabio desesperado, empezó a hablarle a Dorian con amabilidad:
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lla se tocó la mejilla con
n la mano.
“Estoy bien, no tienes que preocuparte“, dijo en voz baja
Dorian, aún preocupado, pidió a Dalia que trajera unos cubitos de hielo para aplicar compresas fras en el rostro de Amelia y entonces salió con ella.
Fabio también se apresuró a seguirlos, los tres subieron juntos a la azotea.
“¿Qué locura te ha dado hoy?“, preguntó Amelia, girandose hacia Fabio en cuanto cerraron la puerta de la azotea
Fabio dudo al ver la mirada de Dorian y vacilo sin abrir la boca.
Amelia miró a Dorian: “¿Por qué no bajas? Necesito hablar a solas con él.”
“De ninguna manera“, Dorian rechazó la idea con firmeza, “no voy a dejarte sola con él. Dicho eso, Donan se volvió hacia Fabio: “Si tienes algo que decir, dilo de frente.”
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Fabio parecia estar en un dilema.
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