La expresión de Natalie reflejaba indiferencia mientras preguntaba: -¿Y qué?
-Esta noche me quedaré aquí contigo -respondió Leonardo.
Natalie estuvo a punto de reír de ira. No entendía cómo este descarado había logrado pronunciar esas palabras en un momento en que su relación casi se rompió.
-Si quieres quedarte, reservaré otra habitación -dijo Natalie.
Cuando vio que ella agarró su abrigo y estaba a punto de irse, Leonardo no pudo contenerse y exclamó a gritos: -¡Natalie López, ya no tengo tanta paciencia! ¡Esta noche tienes que quedarte conmigo!
Natalie giró la cabeza y lo miró incrédula mientras respondía: -No tengo que hacer nada que no quiera.
Se dirigió rápidamente hacia la puerta. Sin embargo, en el mismo momento en que la abrió, una mano apareció desde atrás y la cerró de un golpe.
Al instante siguiente, Natalie fue levantada directamente…
Con rabia en sus ojos, Natalie dijo entre dientes: -Leonardo Ramos, si estás enfermo, ve al hospital. No soy médico, ¡no puedo tratar a un enfermo mental!
Leonardo ignoró sus palabras y la arrojó en la cama, luego se acostó a su lado y la abrazó.
-¡Duerme! -ordenó.
Al terminar de hablar, cerró realmente los ojos y estaba a punto de dormirse, lo que enfureció aún más a Natalie.
-¡Suéltame!
Natalie luchó en sus brazos, pero su agarre era tan firme que sus esfuerzos fueron en vano.
Un rato después, ella percibió una mirada expresiva de rencor que provenía de los ojos de Leonardo y se enfureció aún más.
Grító: -¡Matón despreciable!
-Si no quieres dormir, podemos hacer algo más -advirtió Leonardo.
Al notar el destello de deseo en los ojos del hombre, Natalie se tensó un poco y no se atrevió a moverse más.
- Finalmente, Natalie no recordaba cómo se quedó dormida, pero cuando despertó, ya era de día.
Al ver que Leonardo aún la abrazaba, frunció el ceño y lo sacudió impacientemente, diciendo:
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+15 BONUS
Leonardo abrió los ojos. Aunque acababa de despertar, ya estaba claro y lúcido.
Aplicó más fuerza en el abrazo a Natalie y dijo con la voz un poco ronca: -Duerme un poco más.
– Si quieres dormir, duerme solo. Quiero levantarme, ¡así que suéltame! -exclamó Natalie con impaciencia.
Lo empujó con fuerza, pero Leonardo insistió y finalmente la soltó.
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