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Capítulo 89
Ambas manos soltaron juntas la hebilla del cinturón de Leonardo. El corazón de Natalie dio un par de latidos inesperados.
-Quítame el cinturón -pidió Leonardo.
Natalie notó que la atmósfera entre ellos se volvía cada vez más ambigua y frunció el ceño.
Al ver que ella no se movía, la voz de Leonardo sono ligeramente burlona por encima de su
cabeza.
-¿De verdad estás tan avergonzada? Si es así, admítelo, no te voy a burlar —dijo.
Natalie frunció el ceño y levantó la vista, encontrándose con la mirada burlona de Leonardo, lo que le provocó una mezcla de vergüenza y enojo al ser descubierta.
-¡No puede ser!
Mientras hablaba, le quitó el cinturón de un tirón y lo arrojó al suelo. Luego, se levantó y le quitó rápidamente los pantalones.
-No necesitas que te quite los calzoncillos, ¿verdad? -preguntó Natalie un poco enojada.
-Si quieres, no tengo problema.
Natalie soltó una risa fría: -No quiero ensuciar mis ojos.
Debido a que las heridas de Leonardo aún no habían sanado por completo, Natalie solo podía limpiar su cuerpo con una toalla.
Mientras lo limpiaba, Natalie mostró más calma.
Después de terminar, exprimió la toalla y se la lanzó a Leonardo con indiferencia, mientras decía: Límpiate tú mismo esa parte, saldré y me llamas cuando termines.
Leonardo no insistió. Después de todo, si la presionaba demasiado, con su temperamento actual, era posible que simplemente lo dejara.
Cuando terminaron todo el proceso, Natalie ya estaba empapada en sudor.
La sensación pegajosa del sudor la hacía sentir incómoda. Tomó su ropa y se dirigió al baño para ducharse. Cuando salió, Leonardo estaba hablando por teléfono.
Natalie se secó el cabello con una toalla hasta que estuvo medio seco. Esperó a que Leonardo terminara la llamada para empezar a usar el secador.
Ya eran las diez de la noche. Natalie sacó dos sábanas y mantas del armario, pensando en
dormir en el suelo.
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Al ver sus acciones, Leonardo mostró un destello de frialdad en sus ojos y apretó los dientes. Ordenó: ¡Olvídate de esas sábanas y duerme en la cama!
Natalie frunció el ceño al mirarlo y rechazó la oferta: –Señor Ramos, estamos a punto de divorciarnos, no es apropiado compartir la misma cama.
-¿Crees que en mi estado actual sería capaz de hacerte algo?
Natalie se detuvo un poco y respondió: -No me refería a eso.
-¿Entonces a qué te refieres? ¡No te preocupes, no me interesas!
-Eso no tiene nada que ver contigo. Es que me he acostumbrado a dormir sola. Si de repente hay una persona en mi cama, no puedo conciliar el sueño.
Leonardo la miró fríamente y dijo: -La última vez que estuvimos en el complejo vacacional, vi que dormiste muy bien.
Natalie se sintió molesta al oír sus palabras y lo contradijo: -Porque me obligaste. Señor Ramos, dormir en la misma habitación contigo ha llegado a mi límite. Si quieres más, tendré que dormir en otra habitación.
Al terminar de hablar, ignoró la fría actitud de Leonardo y extendió directamente las sábanas
en el suelo.
Después de preparar el lugar para dormir, apagó la luz y se acostó a dormir.
Pasó una buena noche.
A la mañana siguiente, cuando Natalie despertó, Leonardo ya estaba despierto, pero fruncía el ceño. Sentado en la cama, parecía enojado por lo sucedido la noche anterior.
Natalie no le prestó atención y, después de cambiarle la ropa, lo llevó al baño para que se
aseara.
Cuando todo estuvo listo, ya era hora de que saliera, por lo que no le quedaba tiempo para prepararle el desayuno a Leonardo. Ella le dijo:
-Pediré que te entreguen el desayuno. La empleada vendrá a cocinar al mediodía.
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