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La Obesion del ceo por Maricel98 novel Chapter 16

Summary for Capítulo 16: La Obesion del ceo por Maricel98

Capítulo 16 – A Turning Point in La Obesion del ceo por Maricel98 by Internet

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Definitivamente, Diego está mal de la cabeza. No supe como explicarle a Wendy él motivó por el cual regrese semidesnuda de la empresa.

En este momento estoy realizando unos balances en la computadora. Fui interrumpida cuando mi abuela entro sin tocar al cuarto.

—¿Qué pasa, abuelita?

—Te buscan abajo.

Baje a la sala y me percaté de que el chofer de Diego está acá y trae varias bolsas de tiendas famosas de ropa. Lo ayudé a acomodarlas en el sofá y él me entrego una nota de parte de Diego, luego se despidió.

—Belinda, en las siguientes bolsas encontrarás ropa para un mes.Quiero que la uses para la empresa y nuestras salidas, mi asistente personal no puede vestir como un espantapájaros, Diego.

—¿Qué significa esto?— Pregunta mi abuela

—Es una ropa que compre en la empresa porqué debo estar bien presentada ahora que soy la asistente oficial de Diego.

—Está ropa se ve muy costosa, hija.

—Trabajo en una empresa de moda, abuelita y le hacen descuentos a los empleados.

—Sí Don Aníbal también hacía eso en mis tiempos. Resultó muy buen jefe el joven Diego.

—No tienes idea abuelita.

Definitivamente, ese hombre es un cínico, compró para mí varios conjuntos de lencería, algunas de encaje, faldas, tops y ropa bastante corta.Ya ni siquiera Verónica, la amiga de su novia se viste así.

También compró varios vestidos tipo ejecutivo ,aunque son muy cortos para mi gusto, pero seguramente si los utilizaré.

—Abue ¿Como sigue tu vista?.

—Ya está mejor —Sé que está mintiendo

No soy ingenua y me doy cuenta de que mi abuela cada vez ve menos. A pesar de que intento hacer la mayoría de las cosas de la casa, dejar la cena lista y mantenerla limpia, tengo demasiado trabajo en la empresa.

Aunque deba recortar mis gastos estoy planeando contratar a una muchacha para que la ayude y la acompañe mientras mi tío y yo trabajamos.

Me encantaría tener un trabajo en casa para ocuparme de mi abuela y mi hijo personalmente, pero no puedo hacerlo.

La esposa de mí tío casi no se ocupa del niño.Lo que ella hace es llevarlo al colegio ,luego recogerlo y traerlo a casa de mi abuela, para que ella se ocupe y así ella pueda pasar los días con su amante.

Mi bebé está muy desatendido, no tiene con quien jugar, ni quien revise sus tareas o le preparé sus comidas. En ocasiones yo lo hago y le preparo la cena, pero gracias al explotador de Diego casi siempre llegó tarde.

Por suerte él es un niño muy independiente, sabe en donde dejo sus galletitas, sus yogures, frutas o también le pide a mi abuela que caliente su leche, pero no deja de ser un niño pequeño que necesita atención constante de los adultos.

Necesito con urgencia alguien que me ayude con mi abuela y de paso supervise a mí solecito.

En estos momentos estoy entrando a mi trabajo, el vigilante me mira como si fuera otra persona porque estoy vestida de otra forma.

Mi cabello sigue liso y hoy opte por dejarlo suelto, también me maquille un poco y me vestí con una de las prendas que me obsequió Diego.

De cualquier forma tengo ropa extra en mi bolso por si al señor se le ocurre pedirme que me quite la ropa como en la última ocasión.

Cuando llegue a la recepción salude a María y Cielo con un beso en la mejilla, pero la vida no es perfecta y la venenosa de Verónica está acá.Es una característica de Mariana y de ella, su odio hacia mí.

—La verdad estás hermosa,Belinda, me encanta tu nuevo vestido. —Me elogia Cielo

—Ese cabello es perfecto —Ríe María

—Yo la veo igual que siempre o más bien mucho peor.

—Ellos no piensan lo mismo—Cielo señala a unos ejecutivos quienes no dejan de mirarme

No soy la mujer más hermosa del planeta, lo que ocurre es que extraño para personas con las cuales compartes todos los días que un día estés vestida con ropa ostentosa y al siguiente te vistes con ropa ajustada.

—Mi amiga Wendy me ayudo con el cambio de Look con gusto les envío el número.

—Buenos días —Salí de mis pensamientos cuando Fernando llegó al lugar con su maletín en mano.

—Buenos días, licenciado Valencia —Lo saludan María y Cielo al mismo tiempo, a la primera sé le escapa un suspiro.

—Belinda, necesito hablar contigo de unos asuntos.

—Por supuesto, Licenciado cuando me desocupe iré a su oficina.

—Estás más hermosa cada día.

—¡Fer! —Se escuchó la voz chillona de Verónica quien me empuja para captar la atención del hombre.

—Yo también necesito hablar contigo sobre un asunto.

—Hoy estaré muy ocupado ¿Qué tal después de almorzar?

—¿Qué tal si almorzamos juntos? —Le propone ella

—Me gusta almorzar solo, que tengan linda mañana.—Es todo lo que dice antes de marcharse

Cielo y María ríen a carcajadas ante la situación.Verónica simplemente se aleja disimulando su rabia.

—Debes cuidar tu territorio, amiga.

—¿Mi territorio?

—Al Licenciado Fernando.Es evidente que ustedes se comen mutuamente con la mirada.

—Están confundidas, solo es amable.

—Ajá Belinda, amable es con nosotras, en cambio, a por ti se desvive.

—Cielo está loca, pero tiene razón. Hace más de una semana que Verónica busca al Señor Fernando con cualquier escusa. Yo creo que le gusta.— Me dice María

Reí—Más bien le gusta su dinero y tiene muchas deudas.

—No le es suficiente con Diego porque es evidente que se acuestan ¿O no ,Belinda?.

Negué con la cabeza —No me consta.

Me dirigí a mi lugar de trabajo antes de que mi insoportable jefe llegué a su lugar. Aunque no me parece extraño que Verónica este detrás de Fernando.

Él es guapo, soltero y millonario, todo lo que desea esa mujer en un hombre, y tampoco dudaría que Mariana la esté alentando.

¡Que mejor partido para su hermano que su mejor amiga!.

—Buenos días —Salí de mis pensamientos cuando Diego se acercó a mi lugar de trabajo

¿A caso lo cambiaron? Él nunca me saluda

—Buenos días, señor.— Respondo con una sonrisa

—Extrañaba tus escenas de celos.

—Yo no soy celosa y mucho menos de ti.

—Al menos ya me hablas de tú.

—No entiendo que estoy haciendo acá perdiendo mi tiempo.

Me intenté ir, pero él me acorralo contra el escritorio sosteniendo mis brazos. No puedo evitar sentir nervios al tenerlo a centímetros de mí.

—Solamente quiero informarte que me iré…

—¿Ah sí? Te vuelves a ir a Estados Unidos. ¿Cuánto será? ¿cinco, ocho o diez años?.

Él lleva sus manos a mis mejillas acariciando mi rostro —Para no importarte te veo muy afectada.

—¡Claro que no me afecta!.

—Únicamente me iré unos días por negocios. Espero que me extrañes como yo te extrañaré a ti.

—Sí estás o no me importa exactamente lo mismo.

—No lo creo —Él lleva sus manos a mi cabello y baja su cabeza pegando su frente a la mía —Sí necesitas algo díselo a María y ella me lo hará saber.

—No necesito nada tuyo.

—Yo si necesito algo tuyo

—¿Qué?

—Esto.

Él une sus labios a los míos en un beso efusivo. Sus labios son feroces y suaves al mismo tiempo, devora mis labios como si se tratará de un terreno conocido.

Intento empujarlo, pero él ejerce fuerza en mi cintura con sus manos.

Su beso transmite esa electricidad conocida a cada rincón de mi cuerpo y mi corazón está a punto de escapar de mi pecho.

Me permití guiarme por un impulso y enredé mis manos en su cabello siguiendo su beso con la misma intensidad.

Nuestros labios sincronizan a la perfección y nuestras lenguas se entrelazan iniciando una batalla interminable con el objetivo de dominar el beso.

Cuando vuelvo en mí lo empujó y estrecho mi mano en su mejilla en una fuerte cachetada.

—¡No lo vuelvas a hacer!.

—Extrañaba esa boquita tan rica.

—¡Déjame en paz o renunció! ¡Entiende de una puta vez que no caeré en tu juego!. ¡No entiendo que es eso tan malo que te hice para que juegues conmigo!. —Intento contener mis lágrimas, pero es muy difícil.

—No estoy jugando, estoy arrepentido de todo lo que te hice.

—No me importa lo que me hiciste a mí, pero nunca te perdonaré las cosas tan horribles que me dijiste.Tú sabías perfectamente que yo te amaba y solo había estado contigo, ni siquiera me has preguntado que ocurrió con él. —En ese instante no logré contener mis lágrimas.

—No entiendo ¿De qué hablas?

—¡Sigues siendo un cínico! ¡Ni siquiera me dirijas la palabra porque soy capaz de matarte! —sentenció antes de marcharme azotando la puerta.

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