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La Obesion del ceo por Maricel98 novel Chapter 25

Summary for Capítulo 25: La Obesion del ceo por Maricel98

What Happens in Capítulo 25 – From the Book La Obesion del ceo por Maricel98

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Escuchamos pasos y observe que Diego se acerca al lugar junto con Ariel y tres muchachas que reconozco como modelos y amantes de él.

Cuando levanté la vista me percaté de que ya están a centímetros de nosotras, Megan corrió hacía sus brazos abrazando sus piernas.

—Como te portaste Sirenita —Él la carga en brazos y deja un beso en su mejilla luego se centra en mí —¡Quieres cubrirte Belinda!

—Sí lo siento —Rápidamente tome una toalla y cubrí mi cuerpo

—¿Cómo estás, Belinda? —Ariel dejo un beso en mi mejilla

—Muy bien señor Ariel

—Dime Ariel —Él no deja de mirar mis pechos lo cual me molesta

Es evidente que tanto el cómo Diego y las muchachas están ebrios. Quien sabe de qué sitio vendrán.

—Ve arriba con la niña — Me ordena Diego molesto

—Haremos un pastel para ti —Ella quien todavía está en sus brazos juega con su cabello

Sé que Diego dice que la detesta, pero su mirada lo delata él siente cariño por la niña aunque nunca lo admitiría. No comprendo porqué para él es tan difícil expresar sus sentimientos.

Es la clase de persona que ataca a las personas porque no sabe demostrar su amor.

—Odio el chocolate

—No es cierto, comerás el pastel y mirarás una película de princesas con nosotras.— Le digo

Él ríe fuerte —¿También debo cantar las canciones?.

—Sí y bailar

—Es un amor —Comenta una de las muchachas refiriéndose a Megan.

—¿Cómo estás Meg? —La saluda otra

—¡Megan! —La corrige la pequeña

Cuando ellas intentan saludarla ellas les voltea la cara y resopla.

—Disculpen Megan es algo arisca.

Él me indica que me acerqué y me la entrega para que la cargue entre mis brazos.

—Lleva a Megan a cambiarse y no bajen al jardín

Subí a la habitación de Megan y allí le prepare el baño luego le quite la ropa y la adentre en la tina. Ella se dedicó a hacer burbujas y jugar con su patito de hule.

—¿Te caen mal las amigas de Diego?

—Sí le dan besos y cuando está con ellas no me presta atención.

Reí —No seas celosita, tu hermano te adora.

Mientras Megan se vestía con la ropa que escogimos yo aproveché para ducharme, intente no tardarme demasiado para no dejarla sola.

Por suerte tengo en mi bolso una muda extra de ropa.

Me coloqué la ropa interior color negra, una blusa color beige y unos shorts oscuros además de mis tenis.

—Belinda —Escuche el grito de Megan

Cuando regrese al cuarto me percaté de que la pequeña se colocó el vestido al reves y por ello la ayude. La perfume y cepillé su cabello suavemente mientras ella se centra en mirar las caricaturas.

—Vamos a preparar el pastel

—Si amor y también debes merendar

Nos dirigimos a la cocina y observamos el jardín el cual está repleto de personas. Se puede escuchar el sonido de la música en toda la casa.

Observamos por la ventana y nos dimos cuenta de que Diego está con una mujer sentada en sus piernas quien está besando sus labios.

Siento que la rabia me invade al darme cuenta de que es un desconsiderado con la niña quien desea pasar el fin de semana con él y este se dedica a sus amiguitas. Es el ser más egoísta del universo.

Lleve a Megan a la cocina y le prepare un té junto con unas tostadas con queso y mermelada de frutilla para que meriende.

Mientras ella devora el almuerzo me dediqué a preparar el pastel. Batí los huevos con la batidora luego le agregue azúcar, y la vainilla, cuando me di cuenta de que elevo le agregue la harina poco a poco junto con chocolate amargo. Por último un chorrito de aceite.

Mientras ella devora el almuerzo me dediqué a preparar el pastel. Batí los huevos con la batidora luego le agregue azúcar, y la vainilla, cuando me di cuenta de que elevo le agregue la harina poco a poco junto con chocolate amargo. Por último un chorrito de aceite.

—Yo quería ayudarte

—Tú lo decoras princesa

—Bien

Al transcurrir una hora estuvieron listos los bizcochuelos que hornee. Los desmolde y espere a que enfríen.

Cuando enfriaron Megan me ayudo a decorar. La primera tapa la cubrimos con dulce de leche, la segunda con crema de bombón y por último, crema de chocolate con algunas decoraciones con la manga.

El pastel estuvo listo y lo dejamos enfriar en la heladera.

—¿Crees que a Diego le guste? —Me pregunta Megan cubierta de chocolate, se ve hermosa con su naricita sucia.

—Claro que sí amor porque lo hiciste tú

Fuimos interrumpidos cuando una de las muchachas llegó a la cocina

—Tienen agua

—Si enseguida te sirvo

—Diego también pidió que lleves unos aperitivos y unas cervezas.

—Está bien

Prepare unos platos con algunos sándwiches y papitas entré otras cosas sumadas a las cervezas y las lleve hacia el jardín en donde están los demás.

—Eso es lo que te hace falta para reaccionar

Él ríe —¿Estás celosa? —El cínico toma mi cintura —Demuéstrame que eres mejor que estas zorras

—No me interesas Diego Valencia, pero una niña está llorando y esperando por ti porqué te quiere y desea pasar tiempo contigo.

—Esa niña es hija de una de las zorras de mi padre como muchas otras con las cuales que se acostaba mientras mi madre agonizaba. —En verdad lo noto furioso —Ella lo amaba con toda el alma ¿y qué ganó? Su desapego, su abandono y la humillación de verlo con una zorra diferente cada semana. Eso es lo que ganas con el puto amor.

—Entiendo que sufriste pero…

—¿Entiendes? —Ríe—Tú encontraste a tu madre muerta, colgada y sola a la edad de diez años

Él reposa su cabeza en mi hombro y siento como las lágrimas resbalan sobre sus mejillas.

Siempre he sabido que la madre de Diego se suicidó, pero nunca supe a detalle cómo ocurrió ese hecho.

—yo entiendo como se siente el abandonó y la pérdida de tus padres a temprana edad, pero Megan ni nadie tiene la culpa. Ella te adora y te necesita.

Él lleva sus manos a mis mejillas —Lo mejor que puedo hacer es alejarme de la niña y de ti también. Renuncia Belinda, vete lejos.

—No lo haré

—¡Hazlo! —Él lleva sus manos a mi cintura —No entiendes que seguiré haciéndote daño todo el tiempo aunque no quiera

—En la mañana me aseguraste que cambiarías Diego, yo sé que puedes ser diferente. Anoche fuiste diferente.

—Anoche sentí que te perdía. No tienes una idea la impotencia que sentí al estar del otro lado de la calle y verte a merced de ese infeliz apuntándote con una navaja. Sentí que te perdería para siempre. —Resbalan lágrimas de sus mejillas y llevé mis manos a ellas

—Ya no pienses en eso

—Te necesito más que a nada, pero sé que no soy bueno para ti.

—No me necesitas si yo me voy vendrá otra asistente

—No te necesito como empleada sino como mujer

Él une sus labios a los míos en un besó efusivo e intenso con el cual prácticamente devora mis labios.

Sus manos se deslizaron a la altura de mi cintura acercándome mucho más a él sin dejar de devorar mis labios.

No entiendo que me ocurre, pero termino cediendo a sus besos y correspondiendo con la misma intensidad mientras enredo mis manos en su cabello.

Dentro de pocos segundos él adentra su lengua en mi garganta y comenzamos esa interminable batalla por dominar el beso.

—¡No! —Exclamo cuando me alejo de él—Esto está mal, eres mi jefe y te vas a casar, yo estoy enamorada de tu primo.

Tengo un hijo de Fernando por Dios.

—¡Belinda!

—Belinda nada —Me marché prácticamente corriendo

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